14.10.11

Zombiefication.


El mundo avanzaba hasta que aquellos que creían en los cielos tomaron el futuro por su cuenta.
Yo, sentada en el borde de la ventana de mi habitación, observaba -todavía lo sigo haciendo- como su oxígeno sintético cubría las nubes tiñéndolas de rojo. Esa especie de aire se había apoderado de sus últimas migajas de consciencia y cada corazón dejó de latir y bombear, se apagó, dejó de sentir, de querer y de quererse, de ser.
Yo espero con las alas abiertas un milagro, algo parecido a la fe que me invada, que sea firme y no escape, que me retenga aquí, con los pies fríos pero vivos y la mente clara.
Ellos y ellas tambaleándose frente a mis ojos, espeluznantes, sin vida, con muerte, con nada.

Como alfileres que desgarran promesas.



Hoy levanto la cabeza hacia el alma y le pido al cielo sin su Dios que salve sus corazones.
Quizá aún estemos a tiempo para ello. Quizá no.

Después de todo, esta es su Era.

Tenía que ocurrir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esperanza, lo último que se pierde... Ahora ya no queda ni un ápice, verdad.
Bonito texto.
:)







Todos éramos hermanos, al fin y al cabo. Pero no importaba.
No al menos durante esos años de servicio a la muerte.
Fue por ese entonces, que al alzar los brazos al aire las palomas
revoloteaban empapadas de angustia por esos corazones
cargados de metralla.