6.2.12

Los leones no son de Siberia. Siberia no es de los leones.

Lentamente me despido del poco gélido invierno que me queda por pasar.
Yo vivo en un pueblecillo de la provincia de Lérida llamado Balaguer y aquí el frío y la humedad te congela hasta los huesos. Estoy deseando que llegue el verano (sobre finales de junio o principios de julio) para mudarme a Antequera, la llamada Ciudad del Arte, en Málaga.
Ya puestos a escribir, he de decir que me mudo porque mi pareja, Jose (al que en los textos del blog llamo Crow) es de Antequera, y esa es una ciudad que me enamora y para nada dudé desde el primer momento en irme a vivir ahí.



Hay que ver lo que hace conocer a alguien por Facebook, ¿eh? Y no me arrepentiré jamás.
Hay quien piensa que irse de casa a los 18 y además lejos, y además por amor, es una maldita locura. Pero, ¿sabéis qué? Por amor me arriesgaría centenares, miles, millones de veces, joder.
Quiero dejar el pasado a un lado y rehacer mi vida e irme con Jose.
Me siento una novata en esto de independizarse, pero si nunca es tarde para hacer según que cosas, nunca es pronto tampoco. Y qué narices, si sólo se vive una vez, pues a vivirla bien.
Sé que voy a poder con esto (y si además, compartimos los dos la misma estética, gustos y pensamiento, pues mejor todavía), nada es fácil, pero sé que puedo.

Supongo que estaréis pensando en qué hago escribiendo esto aquí; que distorsiona la estructura del blog. Pues a mi me da igual. Me apetece escribir sobre esto porque éste es mi blog y, además, me siento feliz de encontrarme en una situación tan buena. Siempre he querido dejar el piso en el que vivo e independizarme en una casita.
La verdad es que Andalucía me ENCANTA. Siempre me ha encantado. Me gusta por su Sol y el calor que desprende. Me gusta su gente, su gastronomía y el dialecto andaluz. Me gusta Antequera y su belleza. Me gusta la grandeza de Málaga, pasar los sábados allí, comer en ella. Me gusta disfrutar del aire que desprende aquello y olvidarme del frío. Como único inconveniente pongo al sofocante calor que asciende a más de 40 grados; sin embargo, sigo enamorándome de Andalucía. Y sé que mi vida está allí. Que tengo que irme. Sé que echaré de menos a mi familia.
Pero la vida sigue y repito, por amor yo me iba hasta la otra punta de de la Tierra.
Porque sí.
Porque estoy deseando cojer otra vez el AVE.
Porque me siento como un león en Siberia. Y Siberia no es para mí.

Andalucía, espérame cálida, que pronto yo vendré a acurrucarme en ti.

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Todos éramos hermanos, al fin y al cabo. Pero no importaba.
No al menos durante esos años de servicio a la muerte.
Fue por ese entonces, que al alzar los brazos al aire las palomas
revoloteaban empapadas de angustia por esos corazones
cargados de metralla.