21.3.12

He visto espejos en mi mente en los cuales se refleja lo oculto en tus pupilas, mi Cuervo. Pellízcame si existes, que me duela el amor que cultivo aquí en mis arterias.
Retúmbame cerca del corazón. Abrázame la sangre y la consciencia.

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Todos éramos hermanos, al fin y al cabo. Pero no importaba.
No al menos durante esos años de servicio a la muerte.
Fue por ese entonces, que al alzar los brazos al aire las palomas
revoloteaban empapadas de angustia por esos corazones
cargados de metralla.