10.2.12

Knock, knock, knocking on time's door.

Tiempo, quisiera pedirte perdón por hacerte ir de culo tantas tantísimas, demasiadas veces a lo largo de mi vida. Por querer que corras a mi gusto. Por desear que, a veces, pases lentamente y, en cambio, otras veces te vayas tan deprisa como has venido.

De corazón, perdóname. Y perdóname también si te digo que lo que hago contigo no tiene remedio. Que lo que digo no tiene sentido. Que es mi mente la que mueve imaginariamente las agujas del reloj y que tú siempre te has movido a la misma velocidad.

Perdóname si a veces hago como que no es así.


Perdóname por ser tan así, ya sabes. También sabes que me como la cabeza por miles de cosas.
Pero soy así. ¿Y cómo iba a ser, si no?

En cierta parte me da igual. En cierta parte no. Y es que tú eres quien mueve las cosas. Tú eres quien almacena recuerdos, quien proyecta instantes y quien anuncia futuros actos.

Cómo desearía comprenderte.

No hay comentarios:







Todos éramos hermanos, al fin y al cabo. Pero no importaba.
No al menos durante esos años de servicio a la muerte.
Fue por ese entonces, que al alzar los brazos al aire las palomas
revoloteaban empapadas de angustia por esos corazones
cargados de metralla.